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Construyendo comunidades desde las azoteas

Entrevistamos a las doctoras Montserrat Simó y Ana Belén Cano, profesoras del Departamento de Sociología de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona.

Las doctoras Simó y Cano llevaron a cabo un proyecto sobre azoteas comunitarias, que consistió en el codiseño de prototipos económicos y sostenibles para hacer renacer la vida en las azoteas, sobre todo en zonas urbanas tensionadas como el distrito de Ciutat Vella.

El proyecto se llevó a cabo junto con la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y la entidad del tercer sector Oasis Urbano, y surgió fruto de una convocatoria del Ayuntamiento de Barcelona y la Fundació La Caixa.

En esta entrevista, las doctoras Cano y Simó reflexionan sobre la importancia de estos espacios en la vida comunitaria, especialmente en barrios afectados por la gentrificación y el turismo masivo, y nos adentramos en un proyecto que no sólo busca la recuperación de las azoteas, sino también la recuperación de la memoria colectiva y la vida comunitaria perdida.

 

¿En qué consiste el proyecto de azoteas comunitarias?

Montserrat Simó (MS): Fue un proyecto que consistía en codiseñar, junto con los vecinos, un prototipo económico, que fuera sostenible ambientalmente, con el fin de instalar este prototipo en las azoteas de las comunidades de vecinos para revivir estas zonas. Queríamos recuperar la vida comunitaria que muchos de los vecinos añoran y recuerdan de cuando eran jóvenes.

¿Por qué es importante que existan estos espacios?

Ana B. Cano (AC): Creemos que estos espacios son importantes sobre todo en distritos como el de Ciutat Vella, que son zonas tensionadas por procesos como la turistificación, la gentrificación, una alta densidad poblacional, con un parque de viviendas bastante antiguo, con dimensiones reducidas, etcétera. Pensamos que la azotea comunitaria es un espacio de uso colectivo, pero al mismo tiempo privado, que facilita la vida social en estas zonas. Cuando empezamos a hablar con los vecinos, salían ideas como celebrar un cumpleaños, la verbena y todo tipo de actividades que no podían realizar en casa porque no tenían sitio. Las azoteas representan un punto de encuentro en una zona donde es difícil reunirse en el espacio público.

¿Qué beneficios tienen las azoteas comunitarias para los vecinos?

MS: Gran parte de la población de Ciutat Vella es envejecida. Tienen dificultades de movilidad para bajar la calle, o tienen sensación de inseguridad, o carecen de acceso o desconocen todos los equipamientos públicos que hay en el barrio. La azotea comunitaria es un espacio en el que se pueden sentir protegidos, y pueden tener un beneficio individual, como por ejemplo, ir a leer el diario, o el beneficio mágico, que sería reunirse con los vecinos a tomar el café arriba la azotea.

Barcelona era una ciudad de mucha vida en las azoteas.

AC: Sí, antes las azoteas estaban llenas de vida, se celebraban bautizos, comuniones… Una señora nos explicó que, durante su juventud, cada fin de semana iba a las carpas de todas las azoteas, y que allí conoció el su marido. Las azoteas eran zonas donde los vecinos iban a tender la ropa, hablaban entre ellos y los niños jugaban. Hace muchos años que las azoteas quedaron en desuso y pasaron a ser almacenes, y los más jóvenes ya los han visto como espacio cerrado o trastero.

¿Por qué ve elegir el distrito de Ciutat Vella para llevar a cabo su proyecto?

MS: A través de la entidad Oasis Urbano, nos dijeron que tenían contacto con los barrios de la Barceloneta y el Raval. En la Barceloneta fue muy difícil. Tenían miedo de que la propuesta dignificara aún más a su comunidad, y que fuera un atractivo más. No querían que el alquiler aumentara y que llevara a más turistas. En cambio, en el Raval sí encontramos más aceptación.

AC: Para desarrollar el proyecto, teníamos que reunirnos con los vecinos, ver las azoteas, pasar por la escalera… entras en la esfera privada de la gente. Y en algunos casos, hubo recelos. Éste era uno de los retos que teníamos: teníamos que ganar la confianza de las comunidades.

¿Costó poder ganar la confianza de los vecinos?

MS: Fue un proyecto de año y medio de duración. Por tanto, es complicado poder tejer un valor tan importante como la confianza con tan poco tiempo. Nosotros hicimos de canal transmisor entre las comunidades y el equipo de arquitectos de la UPC. Se elaboraron unos planos, se hizo una maqueta, y se realizaron dinámicas para ir construyendo estas confianzas. Son proyectos que requieren tiempo y crear espacios para que los vecinos puedan entenderlo todo bien.

¿Cuál es el estado actual del proyecto?

AC: El proyecto lo entregamos en junio de 2023. Ahora estamos buscando financiación para realizar una segunda parte de este proyecto. Queremos evaluar cómo fue la dinámica comunitaria, y analizar las oportunidades e inconvenientes que surgieron.

 

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