Jordi Alcaraz «No sé si llegaremos a curar el cáncer, pero sí a cronificarlo y a mantenerlo bajo control»
Con sólo tres investigadores en plantilla, el Grupo de Investigación Traslacional en Cáncer y Fibrosis Pulmonar, de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la UB, acaba de cerrar una segunda colaboración con el gigante farmacéutico Boehringer-Ingelheim. Este año, también han visto reconocida su investigación con un premio de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). “Cada trabajo que publicamos es un pequeño milagro”, afirma Jordi Alcaraz, líder del grupo
¿Por qué es tan difícil encontrar una cura contra el cáncer?
En realidad, cuando se habla de cáncer se habla de más de doscientas enfermedades. El cáncer puede desarrollarse en distintos órganos, y en cada órgano se desarrolla de maneras distintas. En el pulmón, que es donde estamos trabajando nosotros, hay al menos tres grandes grupos y media docena larga de grupos más reducidos que tienen una biología y unas alteraciones moleculares diferentes. Esto explica que sea tan complicado identificar cuáles de estas alteraciones son críticas y atacables. La otra causa es que el cáncer es en realidad un órgano que crece donde no toca y cuando no toca, una entidad que lucha por su supervivencia, y parar esto implica detener el desarrollo de una entidad biológica que no conocemos bien.
¿Qué tiene de particular la investigación de su grupo?
Esencialmente lo que estamos haciendo es aportar un enfoque nuevo al cáncer de pulmón. Hasta ahora las investigaciones han estado muy centradas en todo lo que ocurre en el interior de la célula cancerosa, pero se ha visto que esta célula necesita ayuda del tejido que la rodea para poder desarrollar un tumor. La parte principal de esta ayuda la obtiene de células como los fibroblastos, que se acumulan en el tejido que rodea las células cancerosas. Estas células vecinas son reclutadas y modificadas por las células cancerosas para que empiecen a trabajar a su favor y no en contra.
Nosotros nos hemos especializado en estudiar de qué modo los fibroblastos contribuyen a la progresión del cáncer de pulmón, y creemos que esto puede ser una apuesta ganadora que complemente los esfuerzos que se están realizando desde hace tiempo para atacar las células cancerosas. Es como abordar el cáncer no sólo atacando la célula cancerosa, sino también todo el apoyo específico que ésta recibe del tejido que la rodea. Es un ataque multifrente que tenemos la esperanza de que sea más efectivo o que pueda potenciar las terapias que se están utilizando actualmente y que tienen un éxito limitado.
¿Qué importancia tiene la colaboración entre universidad y empresa?
Tiene mucha importancia a distintos niveles. Por un lado, yo lo veo como una ayuda mutua: nosotros tenemos recursos científicos y capacidad de generar conocimiento nuevo, que en nuestro caso nos permite comprender mejor cómo funciona un fármaco y por lo tanto mejorar su aplicabilidad. Por otra parte, es evidente que a cambio de este conocimiento la empresa nos proporciona unos recursos económicos que a nosotros nos permiten contratar investigadores; y en momentos como el actual, de escasez de recursos públicos para la investigación, este complemento nos va muy bien. También hay que tener en cuenta la importancia del beneficio social que de ello se deriva. Toda investigación traslacional tiene como objetivo generar información que pueda beneficiar a los pacientes. La motivación principal es ésta: generar información que pueda ser útil de una manera o de otra para mejorar los tratamientos oncológicos.
En una historia afortunada de casualidades, empezamos a colaborar con Boehringer-Ingelheim. Ellos tenían un fármaco que inicialmente habían desarrollado contra la angiogénesis, la formación de vasos sanguíneos de los que las células cancerosas se nutren. Lo probaron en un ensayo clínico con miles de pacientes de los dos tipos principales de cáncer de pulmón –el adenocarcinoma y el carcinoma escatoso–, y resultó que proporcionaba beneficio terapéutico sólo en los adenocarcinomas, y la empresa no sabía por qué.
Nosotros les planteamos una hipótesis que podría explicar por qué este fármaco funcionaba bien en un tipo de cáncer de pulmón y no en otro. Llevamos años trabajando con fibroblastos de pacientes con cáncer de pulmón, y sabemos que se comportan de manera distinta en adenocarcinomas y en carcinomas escamosos, por lo que fue un poco como atar cabos y plantear que los fibroblastos podrían explicar en parte la respuesta selectiva a este fármaco. Los resultados obtenidos en el laboratorio validaron la hipótesis inicial, y nos han animado a querer entender mejor los mecanismos moleculares. Este primer año hemos podido identificar cuáles son las células responsables de esta respuesta diferencial, y los dos próximos años los dedicaremos a ver cuáles son las principales alteraciones moleculares que miden la respuesta a este fármaco.
¿Cómo recibieron el premio de la AECC?
Para nosotros recibir este premio supuso un reconocimiento y una ayuda económica que nos permite avanzar de una manera más tranquila. Ahora estamos, por decirlo de una manera suave, instalados en la anorexia presupuestaria. Tenemos muchas ideas y muchas ganas de llevarlas a cabo, pero nos frena mucho el hecho de no disponer de los recursos que nos permitan ir a la velocidad que nos gustaría. En este sentido, el reconocimiento de la AECC es una apuesta por apoyar este enfoque innovador de intentar abordar no sólo las células cancerosas sino también la ayuda que éstas obtienen de los fibroblastos que las rodean. Es una vía muy prometedora que esta ayuda nos permite impulsar aún más.
¿Piensa que se encontrará la cura contra el cáncer algún día?
Ojalá que sí. Sin embargo, tal como van las cosas más bien me da la impresión de que se conseguirá que el cáncer se convierta en una enfermedad crónica. Es decir, que tal vez no se podrá curar completamente, pero sí se podrá mantenerlo bajo control, y esto sería ya una mejora importante. Durante los últimos años se ha visto que en el cáncer de pulmón y el melanoma las terapias basadas en fortalecer el sistema inmunológico están funcionando bien en algunos pacientes, aunque todavía no sabemos muy bien por qué. Todavía nos queda mucho recorrido, pero se está avanzando en muchos niveles y todo apunta a que poder combinar terapias que aborden diferentes anomalías de las células cancerosas y las células que las apoyan puede ser exitoso para controlar o reducir la progresión del cáncer.
Más sobre Jordi Alcaraz
¿Un referente científico?
Mina Bissel, la mentora que tuve durante mi postdoctorado en Estados Unidos, es un gran referente para mí. Fue pionera en fijarse en lo que pasa fuera de las células cancerosas, pero durante décadas sus ideas tuvieron muy poco apoyo. Hoy día, sin embargo, los congresos de cáncer tienen secciones dedicadas exclusivamente a este tema, por eso ha sido un gran ejemplo de cómo no desfallecer si crees que tu idea es buena. Por otra parte, mi referente a nivel más local es el oncólogo Pere Gascón, antiguo jefe de oncología del Hospital Clínico y pionero en estudiar cómo el sistema nervioso contribuye a la progresión del cáncer.
¿El mejor invento o avance de la historia?
Las técnicas para potabilizar el agua y los antibióticos para combatir las infecciones han sido sin duda avances importantísimos que han permitido reducir la mortalidad a escala global. A nivel más casero, otro invento impresionante ha sido la lavadora, por el tiempo que ha liberado a una parte importante de la población.
¿Qué le gustaría poder ver antes de morir?
No tiene ningún sentido que, por motivos económicos, muchísima gente de este mundo no pueda ser tratada de enfermedades que ya sabemos tratar. Me gustaría, por tanto, que la gente no siguiera muriendo por enfermedades que ya sabemos curar.
La FBG es… una herramienta muy útil para la gestión de todo lo que es la interacción entre grupos de investigación y empresas o fundaciones. En este sentido hace bien su trabajo, y la experiencia que he tenido estos años ha sido muy positiva.