Andreu Farran «Los alimentos van mejorando, pero todo depende de las exigencias del consumidor»
Andreu Farran, biólogo especializado en temas de nutrición, forma parte del equipo de Nutrición Aplicada del Grupo de Investigación en Actividad Física y Salud de la Universidad de Barcelona. El equipo ha desarrollado el PCN Pro, un programa informático para calcular y analizar los datos de ingesta y la composición corporal de diferentes personas.
¿Qué es el PCN Pro?
El PCN Pro es un programa que desarrollamos en el campus de Torribera y que sirve para hacer cálculos nutricionales de lo que comen las personas. Se hace una entrevista dietética al paciente sobre qué es lo que ha comido en los últimos días, y toda esta información se introduce en el programa informático. Entonces el programa valora en qué nutrientes se traducen todos aquellos alimentos que ha ingerido la persona. El programa también permite introducir datos de antropometría, como la altura, el peso, los pliegues cutáneos, el diámetro de diferentes partes del cuerpo…, y a partir de esta información puede calcular, por ejemplo, el índice de masa corporal. Además, también se puede calcular, a través de fórmulas validadas, la cantidad de grasa que hay en el cuerpo del individuo, o la cantidad de masa magra, entre otros parámetros.
El PCN Pro se ha creado en colaboración con el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, que necesitaba un programa para gestionar la dieta de los deportistas con unas funciones muy concretas. Por eso el programa también permite valorar el gasto de energía del individuo. Esto interesa tanto a los deportistas, que a veces no llegan a ingerir la energía que necesitan para su gran actividad deportiva, como a los dietistas que tratan con pacientes comunes que lo que necesitan es un control de la ingesta energética. A partir de los datos antropométricos, el programa permite calcular el gasto energético del individuo en función de las actividades que realiza a lo largo de la semana.
¿A quién va dirigido?
El programa genera muchos datos, que luego hay que interpretar. Por eso el programa va dirigido a los profesionales del sector: los nutricionistas, los tecnólogos de los alimentos, los médicos, las enfermeras…, que pueden estar interesados en valorar la ingesta de nutrientes de individuos y de grupos de individuos. De momento han adquirido licencias para utilizar el programa el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y el Instituto Catalán de Oncología (ICO), y hay empresas que también la han adquirido para controlar menús de restauración colectiva, cáterings, comidas en los comedores escolares, etc. Y también alguna pequeña empresa de fabricación de alimentos.
Nosotros queríamos crear una herramienta docente que cumpliera unos estándares de calidad que no encontrábamos en los programas que había en el mercado. Por eso diseñamos un programa muy intuitivo y fácil de usar. De hecho, a los alumnos les damos el programa para que puedan trabajar con él a lo largo del grado, pero muchos de ellos después lo siguen utilizando en su vida profesional.
¿En qué se diferencia PCN Pro de los programas de la competencia?
Muchos programas similares utilizan bases de datos extranjeras –lo cual es incorrecto, ya que deberían utilizar datos de composición de alimentos españoles– o bien utilizan bases de datos que son muy incompletas, que no tienen la composición completa de cada uno de los alimentos. Esto genera una baja calidad de la información que gestionan estos programas. Nosotros esto lo hemos evitado haciendo que la base de datos de composición que contiene el programa tenga todos los valores completos, con lo cual el programa puede hacer una estimación muy precisa de lo que sería la ingesta de nutrientes. Además, nuestro programa permite que el usuario pueda introducir, de manera sencilla, los alimentos que eche de menos.
En el grupo también trabajan dietistas, que son las personas que han dado las pautas sobre qué información era interesante introducir en el programa y cómo se tenía que introducir. Por ejemplo, ellas fueron las que hicieron una de las aportaciones más interesantes al programa: la opción de poder introducir medidas caseras como una taza de leche, por ejemplo. El propio programa convierte esta taza de leche en 200 gramos de leche.
¿Ha cambiado la composición de los alimentos a lo largo de los años?
Sí, ha cambiado, y mucho. En la década de 1990, cuando se encontraron evidencias de que los ácidos grasos trans tenían efectos perjudiciales para la salud, se lanzó un proyecto que consistía en analizar el contenido de ácidos grasos trans de muchos alimentos en Europa. Con la publicación de estos datos se vio que había muchos alimentos que tenían contenidos elevados de estos ácidos, lo cual no estaba suficientemente justificado. La industria alimentaria se puso a trabajar y se preocupó de rebajar este contenido.
Los alimentos van mejorando, pero esto también depende de las exigencias del consumidor. Si el consumidor no exige alimentos de una cierta calidad, a la industria alimentaria ya le irán bien los alimentos que produce. Y hasta que los nutricionistas no tenemos el conocimiento suficiente para determinar cuál es el efecto de determinados componentes en los alimentos, tampoco podemos valorar hasta qué punto es interesante cambiar la composición de un alimento. Estamos incrementando cada vez más el conocimiento de los alimentos y viendo cómo podemos mejorarlos. Ahora mismo queremos sacar adelante un proyecto con el Instituto Catalán de Oncología (ICO) para hacer una investigación sobre cuáles son los componentes presentes en los alimentos que pueden ser causantes de determinados tipos de cánceres. Con este proyecto queremos estudiar compuestos que puede haber en los embutidos y en las carnes rojas que puedan ser responsables de generar un riesgo aumentado de padecer cáncer de colon. Hasta que nosotros no determinemos cuáles son estos componentes no podremos aplicar una solución y no la podremos transmitir a la industria para que fabrique embutidos de mejor calidad. Es un proceso largo y costoso, pero necesario.
¿Cuál es la importancia de la transferencia de conocimiento?
Tiene muchísima importancia. Durante muchos años hemos vivido demasiado poco conectados con la empresa. Hoy en día, por suerte, tenemos la Fundación Bosch i Gimpera, que se preocupa mucho de esto y que nos ayuda a encontrar empresas que pueden estar interesadas en el conocimiento que aquí generamos. La verdad es que siempre vamos atareados porque tenemos clases, investigación, gestión…, y realmente sería muy complicado para nosotros tener que asumir, además, todo el trabajo que implica conocer el mundo empresarial, el tema de las licencias, el de las patentes…; estaríamos totalmente desbordados. Un apoyo como el que nos ofrece la FBG es muy importante para poder conectar con la industria y con las instituciones que puedan estar interesadas en el conocimiento que nosotros generamos aquí o bien en colaborar con nosotros en la generación de conocimiento.
Más sobre Andreu Farran
¿El mejor avance de la historia?
De los avances antiguos, el método científico, ya que nos permite generar conocimiento. Previo a esto, diría que la capacidad que el hombre asumiera la tecnología como una manera de transformar el entorno en el que vivía.
¿Un avance que le dé miedo?
Me inquieta bastante el tema de las intervenciones genéticas. Hemos adquirido la capacidad de generar cambios muy rápidos, y a veces es difícil evaluar cuál será su impacto. No debemos dejarlas de lado, pero hay que estudiarlas muy bien y utilizarlas con seriedad y en beneficio de la comunidad, y no en beneficio de intereses particulares.
¿Qué le gustaría ver?
Los viajes espaciales. Es lógico pensar que en esta investigación de lo que es el universo tengamos que saltar a otros mundos para seguir investigando.
La FBG es…
Un apoyo muy importante para los investigadores cuando queremos hacer transferencia de conocimiento y colaboraciones con agentes externos. Es fundamental, y ojalá se desarrolle más y adquiera cada vez más importancia con más gente y mejores dotaciones para poder hacer aún más cosas.