Albert Zamora «Dentro de unos años es probable que Virtual Bodyworks sea tan atractiva como para ser adquirida»
Albert Zamora se define como un “emprendedor en serie”. A lo largo de su carrera ha creado una decena de empresas, de las cuales ha sido socio fundador y CEO. En septiembre de 2017 llegó a Virtual Bodywork, spin-off de la Universidad de Barcelona, de la cual es CEO desde entonces a través de la convocatoria Mentor in Residence (MiR) de la FBG. “Llegué con la idea de ayudarles durante un par de meses, pero me enamoré del proyecto”, confiesa.
¿A qué se dedica Virtual Bodywork?
Virtual Bodywork se dedica a desarrollar herramientas basadas en realidad virtual que promueven la rehabilitación tanto física como conductual o mental. Actualmente estamos trabajando en varios productos, pero el primero que estamos a punto de lanzar oficialmente es VRespect.Me. Se trata de un producto que sirve para hacer rehabilitación conductual, y que en este caso está centrado en las personas que han cometido violencia de género con el fin de ayudarles a modular o a corregir su actitud violenta. Su funcionamiento consiste en hacer sentir en primera persona al maltratador lo que siente la persona maltratada. Le ponemos unas gafas 3D y le hacemos vivir un episodio de violencia de género. Entonces el maltratador se siente agredido en primera persona, y puede por tanto experimentar unos sentimientos que de otra manera no sentiría, y puede ver cómo está haciendo sentir a otras personas cuando actúa de esta manera… Gracias a ello, el maltratador puede someterse a una terapia de rehabilitación con el objetivo de que deje de actuar de esta manera.
Llevamos ya dos años trabajando en ello con el Departamento de Justicia de la Generalitat de Catalunya, y el programa VRespect.Me ya se está utilizando. De hecho, ya hay más de doscientas personas que han pasado por este programa, con buenos resultados. Lo que intentamos ahora es expandir el producto y darlo a conocer a otros gobiernos regionales, a otros países y a otras entidades que puedan tener interés en él. Uno de los principales clientes son las administraciones públicas, pero éste es un producto que se puede utilizar para rehabilitar a personas violentas en general. Y estamos estudiando también otras aplicaciones.
¿En qué más trabaja la spin-off?
Tenemos un producto que se llama e-cortex que sirve para hacer rehabilitación física o médica de personas que han sufrido la rotura de huesos y que puede tener otras aplicaciones muy interesantes, como por ejemplo en la rehabilitación de pacientes que han sufrido un ictus. Con este producto, que está probado y desarrollado con hospitales, estamos cerrando colaboraciones muy interesantes tanto con varios hospitales como con el Fútbol Club Barcelona.
¿Con qué vocación nació la empresa?
Hay empresas que nacen con vocación de crecer, de generar negocio y de no venderse nunca; y hay empresas que nacen con la vocación de ser adquiridas por una empresa más grande, porque saben que ellos no podrían llegar nunca al mercado. En nuestro caso, no nacemos con la necesidad de ser adquiridos; sin embargo, uno de los objetivos que nos planteamos es que podamos ser adquiridos por un Facebook, un Google… Nosotros haremos crecer el negocio, que debe ser rentable y generar beneficios, pero a tres o cuatro años vista es muy probable que seamos lo suficientemente atractivos para ser adquiridos, y cuando llegue el momento consideraremos esta opción con mucho interés.
¿En qué situación se encuentra ahora mismo Virtual Bodywork?
Ahora mismo estamos en un punto de transición de la fase estratégica a la fase operativa. Estamos a punto de abrir una seed round –la primera ronda de financiación de la empresa–, que queremos cerrar antes del verano. Será una ronda de financiación pequeña (alrededor de un millón y medio de euros), que nos aportará los recursos financieros necesarios para poner en marcha el plan que hemos diseñado. Lo interesante de esta empresa es que ya genera ingresos, porque ya tenemos clientes para los que fabricamos contenidos de realidad virtual, y tenemos un producto que ya está en el mercado y que nos permite ir facturando. Por tanto, no dependemos únicamente de las ampliaciones de capital, sino que somos capaces de crecer orgánicamente por nosotros mismos. De momento ya hemos hecho una ronda de financiación no oficial –lo que se conoce como una bridge round–, que ha sido exitosa y que nos ha ayudado a conseguir financiación.
¿Qué importancia tiene que una figura del mundo empresarial entre a formar parte de una spin-off surgida de la universidad?
Me parece estrictamente necesario para aportar visión empresarial al proyecto. En el mundo académico también se hace gestión, pero son maneras distintas de hacer las cosas. Los investigadores necesitan una persona que venga del mundo empresarial si lo que quieren es poner en marcha un negocio. Además, cuanto más atractivo sea el proyecto para poder atraer perfiles de empresarios más altos, mejor. Cualquier empresa corre el riesgo de que la cosa no vaya bien, pero una start-up tiene un riesgo de quiebra más elevado, porque se encuentra en una fase muy inicial, y por tanto no dispone de financiación, al producto todavía le queda para desarrollarse, tal vez no tiene un modelo de negocio definido, tal vez está sacando al mercado un producto que ni siquiera tiene mercado aún… Los riesgos son elevadísimos. Por tanto, si la persona que se pone al frente de la empresa no tiene mucha experiencia le resultará más difícil gestionar todos estos riesgos, y por consiguiente la probabilidad de que ese proyecto, por muy bueno que sea, no salga adelante, será más alta.
¿Animaría a otros emprendedores a involucrarse en proyectos surgidos de la universidad?
Sí. Hay muchos emprendedores que tienen ganas de poner proyectos en marcha pero que no saben dónde ir a buscarlos. Son pocos los que recurren a la Fundación Bosch i Gimpera en busca de proyectos. Y con esto no quiero decir que la FBG tenga poca visibilidad, porque es con diferencia el centro de transferencia que ha hecho un mejor trabajo en este sentido, sino que hay muchos emprendedores que no saben que pueden ir a la universidad a buscar proyectos. Yo les animaría a hacerlo, pero avisándoles de los riesgos que hay, porque una empresa que sale de la universidad tiene unos riesgos añadidos; pero a pesar de ello les animaría, ¡claro que sí!
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