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“Es esencial que el conocimiento generado en la Universidad llegue a la sociedad”

Entrevistamos a la Dra. Mercè Segarra, vicerrectora de Emprendimiento, Innovación y Transferencia y catedrática del Departamento de Ciencia de Materiales y Química Física de la Facultad de Química de la Universidad de Barcelona.

¿Qué tienen de particular la innovación y la transferencia que se realizan desde la Universidad de Barcelona?
Tenemos una larga trayectoria en transferencia. Hace cuarenta años que se creó la Fundación Bosch i Gimpera. Esto significa que ya ha habido investigadores, muchos de los cuales ya se han jubilado, que empezaron a hacer transferencia en la década de 1980, cuando en esta casa y en la mayoría de universidades se veía como algo muy lejano. En los años 80 del siglo pasado se potenció mucho la investigación, pero el estallido de la transferencia no se ha producido hasta los últimos años, cuando todo el mundo se ha creído que la investigación debe llegar a la sociedad.

¿A qué se debe este cambio de paradigma?
Mi sensación es que se han alineado todos los astros: en el Departamento de Investigación y Universidades de la Generalitat de Catalunya hay una directora general de transferencia; en la mayoría de universidades contamos con un vicerrectorado que se dedica específicamente a la transferencia y a la innovación; el Ministerio ofrece ayudas específicas a proyectos de colaboración público-privada; y a nivel de Europa también tenemos el Instituto Europeo de Tecnología, que ha creado muchos programas en los que la innovación es una parte primordial y ha ido convenciendo a los investigadores y académicos de la importancia de la transferencia.

¿Cómo se puede ayudar a los investigadores para que sus investigaciones e innovaciones puedan transferirse a la sociedad?
Ante todo, debemos acompañarlos para que presenten propuestas a convocatorias competitivas de colaboración público-privada o de pruebas de concepto. También debemos proporcionarles las herramientas necesarias para que puedan realizar esta transferencia, tener contactos con las empresas y buscar retos que las empresas proponen y los investigadores pueden solucionar; y, por otra parte, debemos hacer un reconocimiento institucional de que la transferencia es otra de las tareas que debe realizar el investigador.

‘ Emprender’, ‘innovar’, ‘transferir’ son palabras que todavía generan alguna reticencia al investigador, ¿o ésta es ya una fase superada?
Aún hay algo de reticencia. Recuerdo que cuando empezábamos a realizar proyectos de transferencia, hace treinta años, nos decían que nos vendíamos a las empresas y que la universidad se estaba mercantilizando. Ésta, sin embargo, es una de las acciones que debe realizar la universidad, que no debe limitarse a formar a los estudiantes y a generar nuevo conocimiento. Es esencial que el conocimiento llegue a la sociedad. La investigación no puede quedarse en un cajón. Estamos intentando cambiar la mentalidad de los investigadores en este sentido, y cada vez tenemos más adeptos, porque se dan cuenta de que ésta es la línea de trabajo a seguir.

¿Qué estrategias y programas ha implementado o planea implementar para promover la colaboración entre la universidad, la industria y el sector empresarial?
En la Universidad de Barcelona tenemos algunos programas, como el Fondo para el Impulso de la Innovación (F2I), gestionado a través de la Fundación Bosch i Gimpera y dotado con 25.000 euros para cada proyecto seleccionado, que evalúa los resultados de una investigación para ver si puede convertirse en un producto o en una innovación que pueda llegar al mercado. También tenemos el Mentor in Residence (MiR), que es un acompañamiento más cercano a una persona que está junto al investigador para ver cómo puede evolucionar su investigación y convertirse en una spin-off . Por otro lado, desde el vicerrectorado impulsamos ayudas de intensificación a la transferencia, como por ejemplo la cofinanciación de promotores, y también damos ayudas a los grupos TECNIO, entre otras acciones.

En la actualidad usted es vicerrectora, pero también se ha dedicado a la investigación. ¿Lo echa de menos?
Echo mucho de menos entrar en el laboratorio. Dirigí el grupo de investigación Diopma, que está enfocado a trabajar todo el tema de materiales. Soy química de formación, pero mi doctorado fue en el ámbito de la ciencia de materiales metálicos. Después de tantos años de trabajo he trabajado desde materiales superconductores para viajar al espacio hasta el tratamiento de residuos sólidos urbanos. Nuestro grupo de investigación viene de un departamento de metalurgia y, por tanto, hemos trabajado con empresas del sector, y con una de ellas obtuvimos el premio Antoni Caparrós por la colaboración con La Farga Lacambra.

Ha hecho investigación, transferencia, sigue impartiendo docencia. ¿Conocer las diferentes patas del mundo universitario es crucial a la hora de tomar decisiones para ayudar a los investigadores?
Por supuesto. Cuando llegas a un cargo de gestión como éste es esencial saber lo que se cuece en el día a día de la Universidad: las clases, las relaciones con las empresas, la investigación competitiva, los proyectos europeos… No puedes tomar decisiones sobre cómo gestionar una tesis doctoral o sobre cómo hacer un convenio de protección de propiedad intelectual si no lo has hecho antes. En el grupo de investigación tenemos muchas patentes que, al inicio, nos costó mucho saber cómo debían redactarse, y aprendimos cómo se hacía. Al final, no puedes hacer una normativa sobre propiedad intelectual si no sabes de qué estás hablando. Y es muy importante tener el bagaje necesario y, sobre todo, no olvidar a los estudiantes. En la universidad no puedes ser un buen docente si no investigas; y, al mismo tiempo, no puedes ser un buen docente si no haces transferencia, porque no conoces los problemas reales de la sociedad que debes transmitir a los estudiantes.

¿Qué consejos daría y qué recomendaciones haría a los estudiantes que estén interesados en emprender o en participar en proyectos de innovación?
El estudiante de universidad debe ser curioso. No se cursa una carrera sólo para tener un título y luego ir a trabajar en una cadena de montaje. Un graduado universitario, en su trabajo, debe intentar provocar un cambio social, o mejorar la producción de un producto o servicio. Lo importante es que tengan ilusión en lo que están haciendo y que tengan ganas de crear cosas nuevas.

¿Cómo debe ser la transferencia del futuro? ¿Hacia dónde se dirige la UB?
Uno de los retos que tenemos delante es que la transferencia se haga desde todas las áreas de conocimiento. Tradicionalmente, se ha realizado en las áreas de las ciencias experimentales y las ciencias de la salud, pero ahora, cada vez más, se lleva a cabo también en el ámbito de las ciencias sociales y las humanidades. El conocimiento que se está generando en la universidad debe llegar a la sociedad; quizás la mejor manera de hacerlo no es crear una empresa o una patente, pero se puede hacer divulgación de lo que se está estudiando, que la gente sepa en qué se está invirtiendo el dinero de la sociedad. Somos una universidad pública y debemos rendir cuentas con las personas que están financiando la universidad. Y debemos demostrar que toda esta inversión comporta una mejora en el sistema social y en la forma de vivir de la sociedad.

¿Por qué es importante para la Universidad de Barcelona que exista una oficina de transferencia, como la Fundación Bosch i Gimpera, que pueda conectar Universidad y empresa para transferir la innovación a la sociedad?
Porque necesitamos un nexo de unión. Siempre se ha hablado de que la universidad está muy lejos de la empresa, pero cada vez estamos más cerca. Para llevar a cabo esta unión, necesitamos profesionales que conozcan ambos mundos perfectamente. Como investigador, puedes haber conocido una empresa, pero necesitas a una persona que te ponga de acuerdo con ella, que te traduzca su lenguaje, que por otra parte es cada vez más similar. Hace años, cuando un investigador hablaba con una empresa era como si hablaran idiomas distintos, porque no se entendían. Ahora esto está cambiando, y mucho. La FBG nos ayuda a vehicular estas conversaciones, a proporcionarnos un marco administrativo y legal. En definitiva, la Fundación liga los dos mundos, y ayuda a la empresa y a la sociedad a conocer lo que se está haciendo en la universidad.

La Fundación Bosch i Gimpera celebra este año su 40º. aniversario. ¿Un deseo?
Que siga cuarenta años más al menos y que crezca. Se han producido varios cambios, más funcionales que de estrategia. Necesitamos gente especializada en valorizar lo que sacamos de la investigación y en ver si eso tiene una aplicación directa o si por el contrario tardará veinte años en llegar a una empresa. Creo que la Fundación es una herramienta indispensable que nos ayuda a llevar adelante todo esto. La Fundación es pionera en el sistema universitario español.

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El más sorprendente fue la televisión.

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Es nuestra ventana a las empresas.

 

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