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Teresa Tarragó «Invertir en biotech es colaborar en la construcción de una sociedad y de un mundo mejores»

Teresa Tarragó es cofundadora y CEO de Iproteos, una spin-off de la Universidad de Barcelona que se dedica a la investigación y el desarrollo de fármacos de origen peptídico. Recientemente esta empresa del ámbito de la biotecnología ha sido galardonada con el premio Senén Vilaró a la mejor empresa innovadora, que otorgan el Consejo Social de la UB y la Fundación Bosch i Gimpera y que está dotado con 10.000 euros.

¿Qué supone recibir el premio Senén Vilaró?

A nivel personal y para todo el equipo, es un reconocimiento a todo el trabajo que hemos estado haciendo durante estos años, a nuestra trayectoria, a nuestro esfuerzo y a la calidad de la investigación que estamos llevando a cabo. Y supone, por tanto, una satisfacción muy grande. Destinaremos el dinero del premio a nuestros proyectos de I+D.

¿En qué trabaja Iproteos?

Todos los fármacos que hacemos en Iproteos están dirigidos a necesidades médicas que actualmente no están cubiertas. La empresa nació sobre la base de una tecnología para diseñar fármacos completamente nuevos a partir de peptidomiméticos, que tienen una serie de ventajas con relación a los fármacos tradicionales, basados ​​en lo que se llama small molecules. Los fármacos tradicionales tienen limitaciones para tratar enfermedades en las que lo que está afectado es una interacción proteína-proteína. Los peptidomiméticos, en cambio, funcionan muy bien cuando queremos atacar estas interacciones. Los fármacos biológicos, por su parte, funcionan muy bien para estas interacciones, pero presentan una limitación muy importante a la hora de entrar en la célula. Lo mismo ocurre con el cerebro, ya que no pueden cruzar la barrera hematoencefálica. Así, si estamos ante una enfermedad en la que la diana es una interacción proteína-proteína intracelular o una enfermedad que está en el cerebro, no nos funcionan ni los fármacos tradicionales ni los biológicos. Es aquí, realmente, donde los peptidomiméticos tienen una ventaja muy importante.

¿En qué proyectos trabaja la spin-off?

Ahora estamos trabajando en cuatro proyectos, de los cuales el que se encuentra en una fase más avanzada de desarrollo es para el tratamiento de los síntomas cognitivos de la esquizofrenia. El 85% de los enfermos de esquizofrenia sufren sintomatología cognitiva, es decir, problemas de memoria, de concentración, de aprendizaje, de comunicación… Ahora mismo en el mercado no hay nada dirigido a estos síntomas, que son los que nuestro fármaco trata de curar. Ahora estamos haciendo la preclínica regulatoria y esperamos que, una vez realizada la prueba de concepto con pacientes, podremos licenciarlo a una empresa más grande que tenga tanto la experiencia como la capacidad económica necesarias para completar los ensayos clínicos en distintos países y con miles de pacientes.

También estamos trabajando en otro proyecto sobre la epilepsia. El tratamiento que estamos desarrollando, que tampoco existe actualmente, permitiría detener la progresión de la enfermedad y, por tanto, podría llegar a curar los síntomas de la epilepsia. Ya hemos validado el nuevo candidato a fármaco con modelos animales, y tenemos previsto comenzar la preclínica regulatoria próximamente. Y, finalmente, también estamos trabajando en dos proyectos más para el tratamiento del cáncer, que aún están, sin embargo, en una fase más inicial de detección del candidato a fármaco.

¿Qué piensa de la creación de spin-offs a partir de proyectos de investigación surgidos en la universidad?

Me parece fantástico, y pienso que es necesario. Nuestra labor como investigadores es hacer que nuestros conocimientos y lo que nosotros estamos creando pueda ayudar a la sociedad y mejorarla contribuyendo a la transferencia de tecnología. Esto no significa que todos los investigadores universitarios deban convertirse en empresarios, ni mucho menos, pero sí que es importante que existan los mecanismos para que una tecnología se pueda canalizar y pueda convertirse realmente en una realidad.

¿Qué le diría a una empresa para que invirtiera en I+D?

Desde el punto de vista del retorno de la inversión, que es lo que muchas veces más interesa a los inversores, los ámbitos de la biotecnología y la biomedicina son los que tienen un retorno y una rentabilidad más altos. Está claro: a mayor riesgo, mayor rentabilidad. Si se quiere invertir en un negocio que tenga una rentabilidad máxima, éste es el sector. Por otra parte, no se trata sólo de una inversión con la que se puede obtener un retorno económico, sino que además esta inversión contribuye a hacer una sociedad y un mundo mejores. Con estos proyectos realmente lo que se hace es mejorar la calidad de vida de la gente y de la sociedad en general.

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