Actualidad

Olga Jubany «No hay más discriminación, pero sí más plataformas donde darle voz»

Proporcionar fundamentos empíricos a aquellos que pueden transformar proyectos en acciones. Éste es el objetivo de la investigación de Olga Jubany, antropóloga de la Universidad de Barcelona. Durante los últimos años la profesora Jubany ha sido la coordinadora de proyectos internacionales sobre el discurso del odio en Internet y la LGTBIfobia en ciudades europeas pequeñas y medianas. «La discriminación va a menudo vinculada a la diversidad», afirma la investigadora.

¿Hay más discriminación ahora que hace veinte años?

La discriminación y el miedo al otro, el rechazo… siempre han existido. No es que haya más ahora, no lo creo, pero sí se visibiliza más, se ha puesto más en evidencia, y por eso nos parece que el crimen de odio y el discurso del odio crecen en ámbitos como por ejemplo Internet, cosa que no teníamos antes. Por lo tanto, sí que es cierto que hay elementos que hacen que el racismo se extienda mucho más con la globalización, pero eso no quiere decir que las personas sean o dejen de ser más o menos racistas, sino que tienen más plataformas para dar voz a este tipo de discurso.

Hablando de género, la LGTBIfobia existe desde hace mucho tiempo, pero se ha avanzado mucho en este sentido. No podemos decir que haya más ahora, pero sí que ahora quizá se visibiliza más, justamente porque hay un reconocimiento de derechos hoy ineludibles que hacen que la LGTBIfobia se evidencie más. En cuanto al racismo, ciertos sectores políticos a menudo han apoyado en este miedo al otro para establecer sus objetivos, por ejemplo en el ámbito de la inmigración. Y eso no es que no haya ayudado, sino todo lo contrario. Es cierto que hay evidencias que apuntan a un crecimiento del racismo en toda Europa, pero a menudo me pregunto si este crecimiento es real o bien es que este fenómeno ya era de alguna manera latente y estas campañas que se han permitido, estos extremismos tanto políticos como de ciertos movimientos, le han dado más voz y más fuerza. En el ámbito de la inmigración, durante los últimos 40 años hemos pasado de un discurso de protección de los refugiados políticos al discurso de que los inmigrantes nos quitan la Seguridad Social, nos quitan los puestos de trabajo, están exprimiendo el sistema…, y de este discurso hemos pasado ya al discurso del miedo y al terrorismo. Todo ello se fundamenta en este miedo al otro. Los inmigrantes se han convertido en el cabeza de turco de todos los problemas que hay en nuestra sociedad, hasta el punto de llegar a la deshumanización.

¿Qué peso tienen las nuevas tecnologías en esta problemática?

Todo el tema de las nuevas tecnologías es muy importante, sobre todo con el discurso del odio. Es terrible cómo algo se puede esparcir por las redes sociales y llegar a mucha gente, porque hay una impersonalidad detrás y por la inmediatez y la rapidez de estas acciones.

Uno de los problemas fundamentales es que, por diferentes motivos, la gente no acostumbra a interponer una denuncia por hechos como éstos (hasta el 90% de la gente que ha recibido ataques no los denuncia). Estuvimos hablando de esta problemática con varias personas y nos dimos cuenta de que hay un problema en el mecanismo que permite denunciar estos hechos en plataformas como Twitter, Facebook, etc. Quisimos comprobarlo haciendo una prueba: identificamos 100 casos de discursos muy claros de odio en las redes y los denunciamos. De las 100 denuncias que interpusimos, en 90 de los casos nos dijeron que, según su comunidad, no estaban considerados discurso del odio. Los otros 10 casos eran totalmente idénticos a los que nos habían dicho que no eran discurso del odio. Comprobamos, por tanto, que los mecanismos de denuncia propios de las redes sociales no funcionan. Lo que hay que hacer, entonces, es ir a denunciar a la policía. Afortunadamente, aquí en Cataluña tenemos una de las fiscalías más avanzadas de Europa –si no la más avanzada– en relación con los delitos de discriminación y discurso del odio. Comenzó en Cataluña y ahora ya se ha implantado en todas las provincias de España, y se está poniendo como ejemplo en Europa.

¿Cómo se puede acabar con este problema, o al menos reducirlo?

Es una problemática cultural que viene de muy lejos, del bagaje cultural de muchas generaciones, y eso cuesta mucho de cambiar. Incluso si las leyes han cambiado, a la gente le cuesta mucho comprender y asumir que esto es un derecho. Nuestra cultura es dinámica y fluida y por tanto va cambiando, pero muy despacio. La educación es sin duda una cuestión central en este ámbito, pero no sólo la educación de los jóvenes, sino también la de los servicios policiales, la de los trabajadores de los servicios de salud, la del personal de las oficinas…

También la concienciación es muy importante. Se hacen tantas campañas, de manera muy constante y sutil, en contra de ciertas comunidades que claro… ¿Cuántas veces hemos leído en la prensa: “Dos personas y un gitano…”? ¿Pero es que nos hemos vuelto locos? Esto son campañas que se hacen a favor del racismo. Está claro que lo mínimo que tenemos que hacer son contracampañas. Pero hay que tener en cuenta, por otra parte, que tan importantes son las campañas de concienciación concretas como la responsabilidad de, por ejemplo, los medios de comunicación. A menudo es más efectivo no hacer ninguna campaña pero que exista una responsabilidad detrás de cada titular. Si existiera tal responsabilidad, seguramente no serían necesarias tantas campañas.

¿En qué trabaja en estos momentos?

Hace poco finalizamos el proyecto Prism (Prevenir, Controlar y Combatir el Discurso del Odio en Internet). Tuvo mucho eco, porque evidentemente a nivel mediático es un tema que interesa mucho. El próximo otoño saldrá publicado el libro Las palabras son armas, cuyo prólogo ha sido escrito por Miguel Ángel Aguilar, fiscal del Servicio de Delitos de Odio y Discriminación de Barcelona.

Ahora ya llevamos más de un año y medio trabajando en el proyecto Divercity, sobre la homofobia y la transfobia en las ciudades europeas pequeñas y medianas. Esta investigación trata sobre la experiencia de la LGTBIfobia en estas ciudades que no son las grandes y magníficas capitales, sino la gran mayoría de ciudades de Europa, en las que cuenta mucho más el día a día, donde todos se conocen más, donde no hay tantos servicios… Ahora estamos en la fase de acción: acabamos de hacer un training para policías y fiscales en el Ayuntamiento de Sabadell; en septiembre haremos otro para periodistas y medios de comunicación junto con la European Federation of Journalists, y también hemos hecho cursos para estudiantes de la ESO con el apoyo de los ayuntamientos.
¿Cómo es de importante que las humanidades colaboren con las instituciones?

Es fundamental. Hoy día los que trabajamos en el ámbito de la investigación lo tenemos bastante asumido. No se puede hacer investigación sin saber cómo se percibe, cuáles son las experiencias, cuál es la cultura subyacente. ¿Quién influyó más en la sociedad, Einstein o Marx? Basta con que pensemos un poco en ello… Pensar en crear avances para una sociedad que no conoces no tiene mucho sentido, y para conocerla a fondo necesitas las humanidades. Es más; muchos de los grandes cambios que ha habido en nuestra sociedad son eso: cambios sociales, revoluciones sociales. También ha habido avances tecnológicos, pero muchos de estos también han venido dados por cambios sociales.
Más sobre Olga Jubany

El mejor avance o invento de la historia: Espero que aún esté por llegar, pero supongo que algunas de las revoluciones y derechos de igualdad contribuyen tanto o más a la sociedad que cualquier otro invento experimental.

El peor: Incluso el peor invento nos hace aprender de nosotros mismos. Decir sencillamente que algo está mal no nos hace avanzar; lo que hay que plantearse es por qué llegamos a ello y también qué es lo que hay que hacer para que no vuelva a suceder.

La FBG es… para mí un puntal fundamental sin el cual no podría hacer la investigación que hago. Creo que somos extremadamente afortunados de contar con su experiencia. Yo trabajo desde hace muchos años con otras instituciones que a menudo tienen más nombre, que están al frente del ranking académico… Creo, francamente, que ni siquiera estas instituciones tienen este apoyo y experiencia que tenemos nosotros con la Fundación Bosch i Gimpera.

Comparte esta entrada:

Utilitzem cookies de tercers amb finalitats tècniques i analítiques. Si continua navegant vol dir que accepta la nostra política de cookies. Més informació,plugin cookies política de cookies.

ACEPTAR
Aviso de cookies