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El Comité Europeo de Normalización aprueba el método validado por investigadores de la UB para evaluar la eficacia antimicrobiana de los detergentes

El Comité Europeo de Normalización (CEN) ha aprobado el método validado por investigadores de la Universidad de Barcelona para evaluar la eficacia antimicrobiana de los detergentes y aditivos textiles en entornos domésticos. La normativa establece un nuevo estándar europeo que obliga a las empresas a cumplir unos requisitos para demostrar la eficacia de sus productos.

Investigadores del grupo de investigación Biost3 de la Facultad de Biología de la UB, liderados por Antoni Monléon-Getino, profesor de Estadística y Ciencia de los Datos y miembro del grupo de investigación consolidado GRBIO (Grupo de Investigación en Bioinformática y Bioestadística), han validado, desde el punto de vista estadístico, este nuevo método para evaluar la eficacia antimicrobiana. La investigación se ha realizado en colaboración con siete laboratorios europeos que han sido coordinados por ACMARCA.

“El problema que había era probar que un desinfectante de tipo microbicida fuese eficiente para uso doméstico. En ámbitos como el hospitalario o industrial, se utilizan microbicidas más potentes y utilizan temperaturas más altas para asegurar que cualquier patógeno sea eliminado. Pero hasta ahora no existía ninguna norma de uso doméstico en el lavado. A partir de ahí, se pone el estándar para demostrar la eficacia de estos productos”, explica Monleón.

La nueva norma, que ya está en funcionamiento en la Unión Europea y en Gran Bretaña, permitirá determinar qué sustancias tienen actividad microbicida y qué otras no. Monleón considera que, después de la pandemia de la COVID-19, era más necesario que nunca crear una metodología que determinara la eficacia de los desinfectantes para uso doméstico.

“Durante la pandemia, muchas grandes empresas aseguraron que sus productos eran eficaces para matar a virus y bacterias y no era así. No es lo mismo lavar a 40 grados que hacerlo a 80. La ropa se lavaba, pero las bacterias no desaparecían. Necesitábamos una normativa que estandarizara todos los procesos para determinar qué desinfectantes funcionan y cuáles no”, concluye Monleón.

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